jueves

Del autismo como síntoma de la época, al síntoma autista.


Estamos en la era de las neurociencias, imperando el rechazo a la subjetividad, y, por lo tanto, la posición de cada sujeto en torno a sus síntomas o acontecimientos de cuerpo no es tomada en cuenta.
En el ámbito de la salud mental vemos como se ha producido un reduccionismo de los síntomas a trastornos, imponiéndose el discurso de que es algo que está mal, que además no involucra al portador, sino que es causado por un desorden químico, neurológico etc. y que hay que intentar eliminar o reducir al mínimo posible su presencia.
El psicoanálisis es la única disciplina que se plantea al síntoma como una producción y no como un déficit, y, por tanto, desde esta perspectiva el autista es autista como efecto de su invención o solución sintomática para afrontar el mundo.
Hay en torno a este tema, como decía Jacques Alan Miller1, una cuestión etica y clínica de no ceder frente al autismo contemporáneo y ofrecer a cada sujeto uno por uno, una salida vía el discurso analítico, apostando en cada encuentro a un lazo social menos sufriente del ser hablante con su síntoma. El psicoanálisis de orientación lacaniana nos posibilita pensar la cuestión del autismo en tanto estructura y problemática subjetiva clínica, pero además poder localizar al autismo como un modelo de goce de nuestra contemporaneidad, que prescinde del Otro del lazo social.
Por supuesto, hay que diferenciar lo que es el imperativo de goce autista de la época de lo que es la estructura autista, aunque las formas de evaluar los síntomas como trastornos hace a veces confundir lo que es una pura forma de goce a un verdadero retorno de goce sobre el borde autista, observándose un aumento exponencial jamás visto en la historia en el diagnóstico de casos de autismo2.
Desde el psicoanálisis, al entender que el síntoma cumple su función, no lo atacamos, ni intentamos eliminarlo, al menos sin saber antes que función cumple, apuntamos a que una persona pueda servirse del análisis para realizar otro uso de su síntoma: enlazado a un Otro, a la vida y no tanto a la mortificación subjetiva.

La época del Otro que no existe, nos plantea nuevos síntomas sin inconsciente, con sujetos pegados y orientados por su objeto a, donde no se apunta al lazo social y lo simbólico extremadamente debilitado casi que no opera, quedando bajo los influjos de lo real. Lacan le llamo gadgets a esos objetos sustitutos del objeto a que proporcionaba la ciencia y que podían constituirse en síntoma para el sujeto. ¿Qué decir entonces de los actuales objetos tecnológicos que nadie puede prescindir y que todos llevamos literalmente en la mano, al igual que un objeto autista?. Estoy hablando del celular, por supuesto. Decía Laurent:
"Estamos sumergidos, y los sujetos autistas están sumergidos como nosotros, incluso un poco más, en ese mundo estructurado por el flujo de informaciones que entregan estas máquinas".3 Estos objetos que sumergen al autista, no están separados de su cuerpo, están totalmente articulados a su cuerpo, dentro del borde, convirtiéndose en verdaderas soluciones reales que animan al sujeto.
El autismo entonces nos interroga y obliga a replantear muchas cosas, y con respecto al síntoma no es la excepción, ya que nos lleva a pensar una noción de síntoma distinta a la planteada por Freud e incluso Lacan, y es recién en su última etapa que quizás podamos comenzar a darle una vuelta al síntoma autístico en tanto que invención del sujeto pero por fuera del campo de lo simbólico, debido a que no tiene el componente de sentido que puede verse en la neurosis. Es por el contrario un goce fuera de sentido, que prescinde del Otro, pero también es una forma de controlar la angustia y particularmente ese goce excesivo depositado sobre su cuerpo que tanto sufrimiento le genera. Les quiero plantear entonces que el interés específico o el objeto autista puede convertirse en su síntoma, a través de la pantalla que lo lleva a meterse en juegos o información constituyendo una actividad que si dependiera de el dedicaría todo el día, sin querer salir de ahí.

Estando orientados en la clínica por lo real, quien mejor que un sujeto autista para enseñarnos sobre el síntoma en su dimensión real, y el embrollo que resulta de hablar sin un cuerpo imaginario, y sin ceder el goce del objeto voz.
Si algo del síntoma autista se puede tocar con la palabra no es en tanto que simbólica, sino que es en su dimensión real de lalengua, que podrá transformarse en letra a lo largo del análisis, posibilitando un freno al goce sintomático y, por tanto, a la angustia del autista, incluso porque no decirlo, que el autista pueda asumir su propio discurso para hablar de eso que le pasa, posibilitado por las maniobras e intervenciones del analista.4

1 En las XXX Jornadas de L Ecole de la Cause Freudienne de 2005.
2 Se pasó de 1 caso cada 1000 niños hace treinta años, a 1 cada 150 hace quince años, a 1 cada 85 hace cinco años y en la actualidad 1 caso cada 65 niños. Estas son cifras de paises Europeos y Estados Unidos, habiendo países que se desconoce su incidencia. La Oms habla que en el 2022 es de 1 cada 100 en promedio, pero que hay paises donde las cifras son “notablemente mayores”.
3 Laurent, E. “Los autismos en la actualidad”, en Estudios sobre el autismo, Ediciones diva, Buenos aires, 2014, pag.34.
4 Esto ultimo es algo muy difícil que ocurra, pero hay numerosos testimonios que lo confirman, desde los libros autobiográficos de los propios autistas, hasta los casos presentados por los psicoanalistas


lunes

Posición del analista en tratamientos virtuales con autistas



Desde el psicoanálisis de la orientación lacaniana se plantea un dispositivo que pone a la transferencia como elemento fundamental, en donde siempre hay un Otro en juego con sus diferentes modalidades, adquiriendo especial relevancia la presencia del analista y sus intervenciones. Aunque esta presencia de por si no garantiza nada, ni asegura que se lo pueda incluir en los circuitos iterativos del autista, si no se sabe como maniobrar para ser incluido.


Efectos de la pandemia

“La función simbólica constituye un universo en el interior del cual todo lo que es humano debe ordenarse”, decía Lacan en 1954. (1) En este momento a causa de la pandemia de Covid 19, este marco simbólico se vio trastocado, afectando la realidad cotidiana para todos, especialmente en la dimensión espacio-tiempo.

Se modificaron los horarios y actividades diarias, interrumpiéndose la alternancia que estas actividades producían entre el afuera-adentro, por ejemplo casa-escuela, casa-plaza, casa-análisis (u otros tratamientos) etc. borrando en muchos casos el afuera e intensificándose fuertemente el uso de las pantallas: celular, tablet, computadora, juegos electrónicos y televisión.

Como consecuencia de la pandemia, se redujo el mundo del sujeto autista a un espacio y a pocas personas, donde la casa se convirtió en escuela, el living en el aula y los padres (o abuelos) en maestros de apoyo y técnicos informáticos improvisados. En un mismo espacio se recibe clases, se hacen los deberes, se come, se juega e incluso se tiene sesiones de terapia, acentuando la confusión e indiferenciación que ya presentaban algunos autistas.

Y a nivel temporal, hay desorientación y les resulta difícil distinguir el pasar de las horas y días al no tener las actividades habituales diarias que en su alternancia y secuencia brindan un orden.


Tratamiento del autismo en tiempos de pandemia.

Por un lado encontramos padres que sostuvieron el tratamiento manteniendo la relación transferencial, otros en cambio escribían o llamaban cada tanto para plantear alguna pregunta o inquietud y por ultimo aquellos que interrumpieron el tratamiento argumentando que lo virtual no es para su hijo, con la promesa de retomar cuando sea presencial.

La pandemia pone a prueba el intento de arreglo del autista y a algunos no les resulta suficiente para sostenerse en su inmutabilidad, debiendo todos reinventar nuevas formas, circuitos y escenarios desde donde trabajar con estas contingencias excepcionales, que le posibiliten al autista regular el goce invasivo y salir de su aislamiento, articulando un espacio donde el analista dé un valor a su producción.

En este sentido la pantalla se ha incorporado como una nueva herramienta en nuestra práctica clínica para aquellos que hemos decidido proseguir con el trabajo virtual y constatamos efectos claros en muchos casos, pero como dijo Laurent hay que darle uso a las tecnologías a condición de prescindir de ellas.

Cualquier psicoanalista que trabaje con niños autistas puede constatar que eso de “poner el cuerpo” es literal porque se le presta lo que no tiene ayudando a dar una consistencia imaginaria, y por tanto hacer posible una clínica sin el cuerpo donde más se necesita es todo un desafío extra.


Hay que tener en cuenta que un sujeto autista vive en general en un presente infinito, en donde todas las cosas pueden estar al mismo tiempo en el mismo lugar en simultaneo, porque el sujeto vive en lo real. Pasado presente y futuro no se ven claramente y por eso es tan importante el trabajo sobre la presencia- ausencia y las alternancias (por ejemplo: encendido-apagado, oscuro-iluminado, frío-calor, adentro-afuera etc.), porque establecen una dimensión simbólica de al menos dos tiempos diferentes, constituyendo la base para el trabajo especialmente con los más comprometidos subjetivamente.


¿Como hacer posible esto virtualmente?

“La posición Ética del analista implica buscar en cada momento, una posibilidad de acompañar cada sujeto para arreglárselas con su real. Es por tanto, nuestra responsabilidad responder a las demandas, angustias y malestares de nuestros pacientes autistas y sus familias en un momento, tan incierto y aterrador como el que estamos viviendo”.2


Para aquellos que las pantallas son importantes es más probable que consientan al trabajo virtual, especialmente con aplicaciones que permitan compartir pantalla, pudiendo oficiar de objeto mediador y facilitar el trabajo que viene haciendo el niño junto al analista, pero hay que estar atentos a que no se convierta al mismo tiempo en un obstáculo.

En los casos que se cambia de lo presencial a lo virtual, puede ser importante en los primeros encuentros ir acompañando en la pantalla con otras imágenes, del consultorio, de los juguetes o juegos que se interesaba cuando venia, como forma de captar su atención y que recuerde quien es la persona que tiene del otro lado.

Cuanto mayor sea el vinculo previo con el analista mejor puede darse la continuación por esta vía, aunque también hay casos que sorprenden por el poco tiempo previo y sin embargo se prestan al trabajo virtual con ganas, o incluso pacientes que directamente comienzan el tratamiento en modalidad de videollamada, por ejemplo dos que comencé a atender y viven en Chile.

También ocurre que la mirada del analista en la pantalla puede llegar a ser muy intrusiva e intolerable, debiendo extraerla de la escena con objetos o incluso apagando la cámara dejando solo nuestra voz. En este ultimo caso es fundamental que el autista este bien orientado y nos reconozca previamente, porque en algunos puede generar desconcierto por no saber quien les habla.

Cuando nos encontramos con sujetos que les resulta intolerable la videollamada, haciendo imposible el trabajo virtual, podemos proseguir con los padres si están dispuestos, incluso con el paciente en la vuelta, que tarde o temprano podrá sumarse al ver a sus padres interesados e interactuando.

Otro obstáculo puede ser que el espejo de la pantalla refuerce el hablarse a si mismo del autista, quedando pegado a su imagen e ignorando por completo al analista, donde se mira hablándose, y se habla mirándose, haciendo caras, morisquetas, gestos que la pantalla le devuelve brindándole tranquilidad e incluso diversión.


¿Como atravesar la pantalla, como agujerearla para hacer posible el trabajo analítico?

Más alla de que no hay recetas en la clínica del caso a caso, hay que desacomodar ese espejo que por un lado lo atrapa y por otro anula al Otro, produciendo algo del orden de la sorpresa que capture la mirada y la desvié hacia el analista o simplemente poniendo palabras a esa escena.

Esto da la pauta de como probar la consistencia de la imagen, y no es nada fácil lo digital especialmente para realizar ciertos cortes con ese Otro primordial que a veces tiene que estar presente para manejar la tecnología, o que quiere escuchar y ver lo que pasa, ofreciendo espacios de la casa sin privacidad o de puertas abiertas, debiendo el analista ponerse firme en que se le brinde al niño un espacio privado cuando se pueda.

Ivan ruiz planteaba el año pasado, la pregunta de ¿como hacer existir algo del análisis en la casa del sujeto que marque la presencia del analista?

Los objetos son elementos esenciales para los autistas, protegiéndolos contra la angustia, animando su cuerpo, procurándoles una satisfacción, asi como oficiar de dobles y por supuesto también para establecer un vínculo con el otro. En este sentido son fundamentales para constituir un adentro-afuera de la casa, pensando que objeto de los que eligen los pacientes del consultorio se pueda hacer presente en su hogar.

- A través de los padres que puedan venir a buscar y llevarle.

- A través de la tecnología: Whatsapp, Email o en la pantalla mostrar solo el objeto sin nosotros. A pesar de que no lo pueda manipular, verlo es signo de su ida al consultorio, de la presencia del analista y por tanto de la existencia real del objeto y del propio analista. También se puede compartir la pantalla, poner imágenes o videos y verlos juntos.

Trabajar con autistas por video llamada implica salir de la privacidad y comodidad del consultorio, exigiendo cuotas de firmeza o flexibilidad según el caso, para sostener la situación analítica. En los obstáculos principales nos encontramos a las casas pequeñas o humildes que no disponen de una habitación con puertas, y sumado a la dificultad para el uso de auriculares ya sea por carencias o por inquietud del niño, implica que las palabras dirigidas al paciente no se sabe finalmente a quien más le llegaran. Se da con cierta frecuencia las irrupciones por parte de familiares presentes en la casa, que se encuentran realizando las tareas diarias, así como hermanos que pasan, curiosean, unos siguen y otros se quedan interactuando con el paciente y con el analista. A veces lo echa el propio paciente, generando una discusión o pelea. Todas situaciones que pueden convertirse en obstáculos para dar continuidad al trabajo de la pareja paciente-analista, debiendo pilotear un sin fin de dificultades inesperadas, pero que con un poco de paciencia pueden convertirse en oportunidades para ver in situ el lugar de ese niño en la dinámica familiar.

La posición del analista debe ser decidida, para soportar, sostener y sobre todo ampliar la solución que ese niño ha podido darse, y para esto es fundamental incidir en el Otro primordial del autista, para que acepte el modo de gozar que tiene el niño (por ejemplo jugar con sus propias manos) y a su vez que el adulto pueda percatarse cuando actúa sin tener en cuenta al niño como sujeto. La transferencia con los padres es esencial para poder maniobrar y al mismo tiempo que se les da entrada, progresivamente vamos produciendo cortes, separaciones (tolerables para ese Otro) para que el niño sea cada vez más un sujeto y menos un objeto.

Esta pandemia es un momento propicio para dar lugar a la invención propia del sujeto autista y que la familia pueda nuclearse en torno a ella, haciendo de ese niño el centro para que no quede aislado e incomprendido.


1 Seminario 2 El Yo en la teoría de Freud, clase 3.

2 Marta Prat de la Riba, en Publicación Zadig Mayo 2020. Clínica del autismo en tiempo de confinamiento. Enderezando el rumbo para evitar la deriva.



miércoles

Autismos e invenciones en tiempos de cuarentena, hacia una salida del encierro

 ¿Que es el autismo?

Desde el psicoanálisis de orientación lacaniana, concebimos al autismo como un funcionamiento subjetivo singular, que es constante a lo largo de la vida, caracterizado por la retención de los objetos pulsionales, particularmente la mirada y la voz, y por un retorno de goce sobre un borde dinámico. Constituyendo una manera de habitar el cuerpo y el mundo, no exento de cierta carga de sufrimiento ante la dificultad que le representa el lenguaje, el lazo social, la relación con el cuerpo y los objetos. Lo que llamamos invención del autista es al mismo tiempo la defensa que crea para hacerle frente a estas dificultades en un intento de arreglo de su mundo, además de brindarle satisfacción y cierto control tranquilizador.

Tratamiento desde el psicoanálisis de orientación lacaniana

Se plantea un dispositivo donde la transferencia constituye un elemento fundamental, contemplando que siempre hay un Otro en juego con sus diferentes modalidades, lo cual pone de relevancia la presencia del analista, y las formas que adquiere sus intervenciones. Aunque esta presencia de por si no garantiza nada, ni asegura que se lo pueda incluir en los circuitos iterativos del autista, si no se sabe como maniobrar para ser incluido.

Es fundamental escuchar y ver lo singular, lo que hace al detalle mas propio de cada sujeto, para ubicar en primer lugar, la original forma de localización de goce del autista, (que como veíamos es sobre el borde) respetando y sosteniendo ese trabajo previo. En este sentido es necesario captar la función lógica de sus actos aunque escape a todo entendimiento común, que con frecuencia este arreglo genera desentendimiento o rechazo en el entorno.

Efectos del encierro

"La función simbólica constituye un universo en el interior del cual todo lo que es humano debe ordenarse" decia Lacan en 1954.1

En este momento a causa de la cuarentena, este marco simbólico se vio trastocado, desordenando la realidad cotidiana para todos, especialmente en la dimensión espacio-tiempo.

Se modificaron las rutinas de la casa: horarios y actividades.

Se modificaron rutinas educativas

Se hiperintesificó el uso de las pantallas.

Se interrumpió la alternancia que estas actividades producían entre el afuera-adentro. Por ejemplo casa-escuela, casa-análisis (u otros tratamientos) casa-plaza etc. borrando en muchos casos el afuera.

Y para un sujeto donde la fijeza y permanencia de las cosas es fundamental, siendo un trabajador incansable para que las cosas permanezcan igual, (las iteraciones dan cuenta de ello) este momento puede ser muy caótico.

Frente a este fenómeno que resulta imposible de evadir, se pueden observar las mas variadas reacciones.

Tenemos a algunos que presentan un agravamiento importante en los síntomas, inquietud, excitación, miedos, aumento de conductas repetitivas, donde las alteraciones del dormir han sido de los síntomas más comunes: Insomnio o pasar a dormir nuevamente en la cama de los padres, ya que la separación se produce recién a la hora de dormir, siendo para algunos intolerable.

Y por otro lado algunos autistas pueden continuar con su vida, sin manifestar cambios por las perdidas de actividades o rutinas.

¿En que va?

Como hipótesis, planteo que en el estado de construcción del borde puede estar una clave en principio y que aquellos que cuentan con un objeto autista, o interés especifico solido pueden sobrellevar mejor el encierro. Especialmente si eso no implica un circuito con el exterior.

Como consecuencia de la cuarentena, y especialmente en aquellos lugares donde el confinamiento es obligatorio, se ha producido una reducción del mundo del sujeto autista a un espacio, y a una o pocas personas determinadas.

El espacio casa se convierte en el único espacio habitable, corriéndose el riesgo de que todo se vuelva lo mismo de forma indiferenciada.

Y a nivel temporal, hay desorientación al no tener las actividades habituales diarias que dan un orden.

Van casi tres meses por estas latitudes y los efectos se hacen notar.

En algunos sujetos se dificulta la distinción de las habitaciones de la casa, ya que no cuenta con las alternancias habituales de esos espacios donde tiene actividades.

La casa se convierte en escuela, el living en el aula y los padres en maestros de apoyo y técnicos informáticos. Un mismo espacio se convierte en un todo difícil de diferenciar en donde se recibe clases, se hacen las tareas con los compañeros y la maestra, se hacen los deberes, se come, se juega e incluso se tiene sesiones de terapia.

Un sujeto con recursos simbólicos puede manejar mejor esta situación, pero es lo que carece habitualmente un autista, como para entender lo que esta pasando y por tanto aceptar las restricciones y cambios que son impuestos.

Como todo las respuestas que se han visto frente a todos estos cambios y el encierro de la cuarentena es muy variado, pero se puede sintetizar en tres grandes grupos.

1. Aquellos que no cuentan con un arreglo o invención previa, son quienes mas sufren

2. Aquellos que contaban con una invención satisfactoria pero que no era suficientemente estable y se vieron afectados

3. Y por ultimo aquellos que contaban con una invención estable y duradera y que le permite al sujeto transitar por esta situación sin mayores dificultades.

En el primer caso se trata de ayudarlo a construir algo que posibilite un borde defensivo y por tanto barrera frente al goce invasivo.

En el segundo se trata de encontrar una nueva regulación, en algún objeto, o circuito.

Y en el tercero seguir profundizando lo que ya funciona muy bien para el sujeto.

Entonces en relación al tratamiento, nos encontramos con manejos muy diferentes por parte de todos los actores involucrados, hay padres que mantienen el vinculo transferencial, otros desaparecen, y otros escriben o llaman cada tanto para plantear alguna pregunta o inquietud.

Tratamiento del autismo en tiempos de cuarentena.

"La posición Ética del analista implica buscar en cada momento, una posibilidad de acompañar cada sujeto para arreglárselas con su real. Es por tanto, nuestra responsabilidad responder a las demandas, angustias y malestares de nuestros pacientes autistas y sus familias en un momento, tan incierto y aterrador como el que estamos viviendo".2

La pandemia pone a prueba el intento de arreglo del autista y a algunos no les resulta suficiente para sostenerse en su inmutabilidad. Entonces todos tenemos que reinventar nuevas formas, nuevos circuitos que ayuden a regular el goce, los pacientes, sus padres y los analistas. Hay que inventar nuevos escenarios desde donde trabajar con estas contingencias excepcionales, y así permitirle al autista salir de su aislamiento, articulando un espacio donde el analista dé un valor a su producción.

En este sentido la pantalla se ha incorporado como una nueva herramienta en nuestra práctica clínica para aquellos que hemos decidido proseguir con el trabajo virtual y constatamos efectos claros en muchos casos. Pero como dijo Laurent hay que darle uso a las tecnologías a condición de prescindir de ellas.

Cualquier psicoanalista que trabaja con niños autistas puede decir que es con los pacientes que más hay que poner el cuerpo, entonces hacer posible una clínica sin el cuerpo donde mas se necesita es todo un desafío.

Todo lo que involucra al cuerpo presenta un grado de dificultad extra, y algo bastante frecuente es que aun no logren desenvolverse en actividades cotidianas como vestirse, ir al baño, sostener rutinas básicas, dormir, comer, bañarse etc. y en tiempos de cuarentena se ven aun mas afectadas y desordenadas. Es necesario que sean de las primeras en restablecerse como forma de ordenar un poco el caos.

La dirección de la cura apunta entre otras cosas a que se pueda diferenciar el adentro y el afuera, la presencia y la ausencia. Para esto el cuerpo presente del analista es fundamental, complicando y mucho este trabajo el confinamiento.

Hay que tener en cuenta que el autista se angustia cuando no puede sostener su defensa para mantener a distancia lo peligroso, especialmente la voz y mirada. La permanencia todo el día en la casa genera en muchos casos una omnipresencia de ese Otro primordial de la familia, que por momentos puede ser intrusivo con las consecuencias de angustia y desbordes. Lo altera porque no le brinda la posibilidad en lo real de estar o no estar, de ausencia-presencia tan necesarias.

La prohibición de salir puede producir un fuerte rechazo, encarnado en un adulto determinado y por tanto va a dirigir su agresividad hacia esa persona, apareciendo el goce del capricho del Otro.

La forma de como los padres puedan explicar la situación es de cada uno, pero no es lo mismo decirle al niño, vos no podes salir, a decirle ningún niño puede salir, o nadie puede salir. Se pasa de lo particular a lo universal. Y es algo que no lo impone el padre sino que hay alguien mas que dice que no se puede. Esto al contrario del capricho omnipotente, ubica al adulto sometido él mismo a las reglas y generalmente es tranquilizador.

Cuanto mas regulado este el Otro primordial del sujeto autista por las instituciones que pertenece, o transferenciado a los profesionales tratantes mejor será la aceptación por parte del autista, mayor las posibilidades de consentir al trabajo y a establecer un lazo sutil.

En este sentido el trabajo con los padres es fundamental, además de continuar lo que venia en curso, hay que realizar un doble movimiento, por un lado que puedan dar cuenta de su saber hacer en relación a su hijo. Y por otro habilitarlos a que hagan ciertos movimientos que favorezcan la calidad de vida del hijo. Para esto hay que apelar a la capacidad de inventiva que puedan tener para hacer frente a las dificultades cotidianas y con esta situación hay que redoblar esfuerzos en que puedan diferenciar en la dinámica diaria las dimensiones espacio-tiempo.

Distintas actividades en la casa, en distintos espacios (si los hubiera claro) en distintos momentos. Intentando lograr cierta regulación que contemple los intereses y posibilidades del niño. A la vez que diferenciar adulto-niño. Que no estén pegados todo el tiempo como si fuesen uno, que el adulto no sea extensión indiferenciada del cuerpo del niño para alcanzar lo que no puede sin pedirlo.

Para algunos las salidas son altamente necesarias, ya que en ellas encuentran los circuitos y repeticiones necesarios para su estabilidad. Le dan un orden simbólico-real, o incluso en la pura repetición del goce de la hamaca en la plaza, igualmente encuentran cierta estabilización que al verse restringidas generan descompensaciones con pasajes al acto en algunos casos complicados.

Distinto es el caso de aquel que el afuera le resulta peligroso, ajeno y pasa todo el tiempo en su casa, pudiendo transitar este tiempo casi sin complicaciones, ya que el objeto estabilizador y su invención se encuentra en su casa y no necesita del afuera.

Hay que tener en cuenta que un sujeto autista vive en general en un presente infinito, en donde todas las cosas pueden estar al mismo tiempo en el mismo lugar en simultaneo, porque el sujeto vive en lo real. Pasado presente y futuro no se ven claramente y por eso es tan importante el trabajo en la dirección de presencia- ausencia y en las alternancias por ejemplo encendido-apagado, dormido-despierto, oscuro-iluminado, frío-calor etc porque establecen una dimensión simbólica de al menos dos tiempos diferentes. Es la base para el trabajo especialmente con los mas comprometidos subjetivamente.

¿como hacer esto virtualmente?

Intervenciones posibles.

Para aquellos que las pantallas son importantes es mas probable que consientan al trabajo virtual.

Especialmente en los primeros encuentros se puede ir acompañando en la pantalla con otras imágenes, del consultorio, de los juguetes o juegos que se interesaba cuando venia. Como forma de captar su atención y que recuerde quien eres.

Podemos emplear videos, cuentos, juguetes, canciones, títeres, pintar, dibujar, jugar videojuegos, aparecer y desaparecer delante de la cámara, etc.

Cuanto mayor sea el vinculo previo con el analista mejor puede darse la continuación por esta vía, aunque también hay casos que sorprenden por el poco tiempo previo y sin embargo se prestan al trabajo virtual con ganas.

Para otros en cambio la imagen sola del analista, no los engancha, y necesitan la presencia real del cuerpo del analista haciendo imposible el trabajo virtual. También pasa que la mirada del analista en la pantalla puede llegar a ser muy intrusiva e intolerable o que al contrario la pantalla puede oficiar de mediador y ayudar a que el niño se enganche a la imagen del analista que le habla en la pantalla. En los casos que no se pueda trabajar con el niño o adolescente se puede proseguir con los padres si están dispuestos. Incluso con el paciente en la vuelta que quizás al ver a sus padres interesados pueda acercarse.

Hay que ir en el caso a caso. Para algunos el tratamiento virtual significa reforzar el hablarse a si mismo del autista, quedando pegado a la imagen de la pantalla e ignorando por completo al analista. Se mira hablándose, y se habla mirándose. Se observa como quedan pegados a la imagen, en muchos casos haciendo caras, gestos que la pantalla le devuelve por completo.

Ahí es donde en la medida de lo posible, (y en el trabajo con la presencia del cuerpo del analista es mas fácil) hay que desacomodar ese espejo que lo atrapa, en un intento de anular al Otro e intentar producir algo del orden de la sorpresa que capture la mirada y se pose sobre el analista.

Esto da la pauta de como probar la consistencia de la imagen. No es nada fácil lo digital especialmente para realizar ciertos cortes con ese Otro primordial que tiene que estar presente para manejar la tecnología en muchos casos.

Ivan ruiz planteaba hace poco, la pregunta de ¿como hacer existir algo del análisis en la casa del sujeto que marque la presencia del analista?

Esto es fundamental para constituir un adentro-afuera de la casa.

Hay que pensar que de los objetos que eligen los pacientes del consultorio se puede hacer presente en su casa.

- A través de los padres

- A través de la tecnología. Watsap, Email o en la pantalla mostrar solo el objeto sin nosotros. El problema puede ser que no lo puede manipular, pero verlo es signo de su ida al consultorio y de la presencia del analista y por tanto de la existencia real del objeto y del propio analista. También se puede compartir la pantalla y poner imágenes o videos y verlos juntos.

Se puede apagar la cámara en los casos que la mirada sea intolerable, y que este solo nuestra voz aunque esto puede en algunos generar desconcierto por no saber quien les habla.

Para terminar: es de vital importancia incidir en el Otro primordial del autista, para que acepte los modos de poner limite al goce que tiene el niño y a su vez que el adulto pueda percatarse cuando actúa sin tener en cuenta al niño como sujeto. En este sentido al mismo tiempo que se le da entrada, progresivamente vamos a ir produciendo cortes, separaciones (tolerables para ese Otro) para que ese niño sea mas un sujeto y menos un objeto.

Esta cuarentena es un momento propicio para dar lugar a la invención propia del sujeto autista y que la familia pueda nuclearse en torno a ella, haciendo de ese niño el centro para que no quede aislado e incomprendido.

1 Seminario 2 El Yo en la teoría de Freud.

2 Marta Prat de la Riba, en Publicación Zadig Mayo. Clínica del autismo en tiempo de confinamiento. Enderezando el rumbo para evitar la deriva.

lunes

Resonancias pandémicas: las cifras de la sospecha





¿Cuantas cifras has escuchado o leído en las últimas semanas relacionadas con el Covid 19?

Estoy seguro que demasiadas...

Desde los gobiernos informan día a día del avance de la epidemia en formato numérico, en conjunción con la prensa que tiene una especial predilección por las cifras. ¿Cuantos infectados hay? ¿cuantos departamentos afectados? ¿que franja etaria de la población representan? ¿cuantos respiradores hay? ¿cuantas camas de Cti hay disponibles? .. etc etc.

¿Que aporta para el entendimiento de la situación esta vorágine acumulatória de datos numéricos?

Para la gran mayoría no demasiado, pero así como en la televisión mostrar una imagen relacionada con el tema tratado (aunque esa imagen sea muy antigua o este descontextuada), parece ser vital para llenar las retinas. Los números cumplen una función similar, dan una imagen indiscutible puesta en una cifra, llenando los ojos y oídos con un real numérico, frio, que en si no dice nada pero que tiene su peso matemático.

El gran problema es que detrás de cada número encontramos una persona que sufre, un drama familiar en curso con sus vivencias y situaciones bien diversas.

Desde el psicoanálisis, ubicado en las antípodas de la epidemiología, atendemos la singularidad, el como cada sujeto se las arregla con sus circunstancias y su goce, ya que más alla de un corpus social, es imposible saber lo que les pasa a todos al mismo tiempo, sino de a uno. Ponemos el acento en la incidencia de la lengua sobre el cuerpo, en esas palabras que se (nos) dicen desde antes incluso que nazcamos, y que cada uno recorta en su escenario privado desde donde mira y es mirado por el mundo.

Le damos un lugar prioritario a eso que traumatiza el cuerpo y lo martiriza, pero en forma de palabras sin sentido. No es nuestra tarea ordenar el caos, pero si ayudar a pacificar y mitigar el sufrimiento, porque hay palabras que no se velan detrás de una escena, ellas aparecen descarnadamente en toda su brutalidad. El trauma es lo que afecta al cuerpo, lo conmueve, lo martiriza en sus efectos de corporizacion, por la repetición incesante de eso sin sentido que vuelve una y otra vez al mismo lugar. Lugar que no encuentra cobijo ni le da paz al sujeto. Esta acción mortificante la viene realizando la información y cifras sobre el Covid 19, para la cual no se encuentra fácilmente un limite que desangustie sus efectos.

A su vez ha producido algo que en las sociedades latinas no estábamos acostumbrados: la cultura de la sospecha y como consecuencia la denuncia. Hasta ahora mirar y sancionar en una acción concreta lo que está haciendo el de al lado por más molesto que fuese no era algo habitual en estas latitudes.

El nivel de sospecha, estado de alerta permanente e hipercontrol impone mantener distancias con ese otro peligroso posible infectado y la tensión ya no solo es imaginaria, contiene un real ahí latente de peso mortífero, que se esparce más rápidamente que el virus. Se verá con el tiempo si llegó para quedarse.

Como consecuencia entre otras cosas se ha acrecentado notoriamente, una agresividad en las redes, a veces de forma descarnada, sin filtro. Por ejemplo el escrache y hostigamiento contra una maestra rural de Artigas que “iba a entregar sus cuadernos (....) y acercarles un gesto de cariño” (en sus propias palabras), le causo la muerte por infarto.

La frase “quedate en casa” es la más escuchada, por seguridad y el supuesto bien de todos. Pero ¿quien protege del nuevo goce acusatorio contra quienes osan ir contra este real? Porque la frase deja de ser solo palabras, para adquirir todo su peso de este imperativo: quedate en casa!, deja tu cuerpo en casa, lejos de los otros cuerpos. Se observa claramente como se expande la sospecha generalizada, entre otras cosas, por los constantes bombardeos de imágenes y cifras terribles que llegan al interior de cada casa no solo por radio o televisión sino fundamentalmente por el celular. Hacer una pausa, elegir cuando y como informarse puede ser una forma de ponerle limite a este real que entra imaginarizado por las pantallas pero que se transforma y muta ni bien le prestamos escucha.

La paradoja a la que nos encontramos hoy, es que en la era de la hiperconectividad, donde el lazo social se ha reducido prácticamente a la virtualidad, para poder ponerle un limite a esa intrusión abrumadora de cifras habrá que no consentir sumisamente a cualquier información. En muchos casos desconectarse de redes sociales, o retirarse de grupos de WhatsApp que hasta ahora venían funcionando como entretenimiento o incluso sostén emocional. Más que nunca hay que ser responsables como sujetos y hacerse cargo de lo que se elige.

Javier Grotiuz Scarella


sábado

Resonancias pandémicas: la nueva (a)normalidad.





Últimamente se está imponiendo la idea de que habrá que adaptarse a “la nueva normalidad”, entendiendo por esto el retorno progresivo a las actividades, pero siguiendo con todos los cuidados y el mal llamado distanciamiento social (que en realidad es distanciamiento físico) para evitar los contagios.

Se viene avanzando hacia un control biopolítico de los cuerpos, en donde nos dicen lo que tenemos que hacer, si podemos salir, cuando y como. Que cuidados personales hay que tener: como lavarnos las manos, si tenemos que usar mascara o no, cual es la distancia física optima frente a otro cuerpo, incluso el extremo de la recomendación de optar por sexo virtual, y asi una larga lista de pautas publicas que invaden la vida privada, por supuesto “para nuestro bien”.

Entre tantas acciones “para nuestra seguridad” se han puesto en marcha aplicaciones para mostrar donde se ubican las personas infectadas con Coronavirus, mediante geolocalización de los cuerpos, por ahora en forma anónima.

Se está produciendo una redefinición del concepto de privacidad, donde las redes sociales marcan tendencia. Hasta ahora podíamos pensarlo dentro del plano imaginario, hacer publico lo propio, mostrar en imágenes lo privado, en una posición relativamente activa por el propio sujeto. Pero nos estamos deslizando imperceptiblemente un paso más, hacia lo extimo real y sin consentimiento. Estas mismas redes no solo manejan nuestras imágenes, sino también fundamentalmente nuestros intereses y hasta nuestra ubicación en tiempo real.

Google que controla la gran mayoría de nuestras aplicaciones, hace poco publicó una tabla comparativa país por país, mostrando como impactó el fenómeno Coronavirus en la movilidad de las personas en los últimos días. Más alla de las alarmas éticas, y jurídicas que esta exposición enciende, especialmente por la potencialidad de su uso, importa analizar los efectos que produce sobre la subjetividad.

Ademas de ser sujetos sujetados, no solo a nuestro propio discurso y relación con el lenguaje, esta por verse las sujeciones que produzca el saberse localizable y por tanto vigilado todo el tiempo. Que a diferencia de gran hermano, ya no seran necesarias las cámaras, porque existen los geolocalizadores que cada uno de nosotros lleva muy aferrado a la mano todo el tiempo: el celular. Llevamos un chip de rastreo incorporado, por ahora pegado al cuerpo, no faltará mucho para que se “proponga” lo llevemos obligatoriamente o incluso más alla, tengamos un chip dentro del cuerpo por nuestro bien y la seguridad publica.

Esta nueva normalidad propone a los cuerpos como objetos a, dóciles, maleables, expuestos al geocontrol estatal, pero paradójicamente retirados del contacto físico y el calor que pueda brindar el otro prójimo, en tanto cuerpo próximo. En cambio tenemos que solo desde la medicina y la ciencia pueden tener pleno derecho de tocar estos mismos cuerpos, ya objetizados, pero por supuesto, detrás de fríos y esterilizados equipos de protección para evitar la peste.

Si algo ha quedado claro es que en esta crisis sanitaria se ha descuidado los aspectos subjetivos, avanzándose hacia el borramiento del sujeto, poniendo de relieve solo la dimensión real del cuerpo en tanto objeto controlable. Entonces ¿como poner en juego el propio goce, y disfrutar de tener un cuerpo, cuando este ya no nos pertenece?

¿Se viene un futuro que anule el anonimato (no solo de las personas enfermas que puedan contagiar) y establezca la localización precisa de todo el mundo en forma publica en pos de la seguridad?

Dependerá de que respuestas demos no solo como sociedad sino fundamentalmente cada uno en su singularidad.


martes

Resonancias pandémicas




La urgencia subjetiva es lo “que aparece como una ruptura en la linea del tiempo, saca al sujeto de sus rutinas, y lo fuerza a elaborar una nueva relacion con lo real”, nos dice Ricardo Seldes en su libro La urgencia dicha. Como pensar entonces estas palabras, frente a la epidemia de coronavirus que genera las más variadas respuestas, desde a quienes se les despierta un estado paranoide y son ultra cuidadosos en exceso, consumiendo vorazmente toda la información disponible, encontrando en el siguiente articulo la posible salvación o el argumento para odiar al otro distinto, que deja de ser prójimo para convertirse en un completo extraño.

En el otro extremo tenemos a quienes tratan de seguir su vida como si nada pasara, aprovechando que es verano y no tienen que trabajar, se van a hacer playa al este, eligiendo nadar en la peligrosa y egoista ignorancia. En el medio estamos la mayoría, quienes tomamos todos los recaudos y cuidados, con más o menos miedo, con más o menos angustia no solo por nosotros mismos, sino fundamentalmente por los más “vulnerables” que podamos tener a nuestro alrededor.

En estos últimos días, he observado el progresivo detenimiento de las actividades, propias y ajenas, reflejado por ejemplo en los ómnibus que pasan más espaciados en el tiempo, con menos personas, (apenas viajan 3, 4, 5), sentadas bien distantes unas de otras, mirando fijamente hacia afuera, lo más cerca de la ventana. Muchos ómnibus se desplazan sin prisa, absolutamente vacios, solo con su conductor, generando una sensación de extrañeza.

En la era de mayor acceso al conocimiento en toda la historia de la humanidad (por volumen y rapidez), nos enfrentamos a una paradoja: ¿como hacerle frente a la constante invasión de (des) información?

¿Apagando la televisión donde pasan horas y horas con el minuto a minuto del avance del virus y sus efectos devastadores?

¿No entrando en las redes sociales, donde cada uno comparte lo último que circula, y que se contradice con el otro, con soluciones muy diferentes, incluso entre profesionales del mismo área?

¿No viendo los mensajes de los grupos de watsapp que “viralizan” cualquier contenido por más banal, equivoco, falso o violento que sea, generando mayor desinformación, y sobre todo saturación?

En momentos de reclusión, los “medios de comunicación” pueden ayudar a paliar el aislamiento, pero vemos que en manos irresponsables que solo piensan en el raiting o el dinero. pueden generar una ola de terror difícil de combatir, aumentando el miedo lógico frente a esta epidemia y sus efectos. Y si hablamos de efectos, estan muy claros los que el coronavirus puede generar sobre el cuerpo, como nos lo repiten mil veces al día, en donde todo parece reducirse a una cuestión medica, epidemiológica, intentando regular el comportamiento de las masas y que todos actuemos igual, con los mismos cuidados y esta bien. Es necesario cierta dirección y buenos lideres que sepan llevar calma y guiar el barco en la tormenta.

En estos días se ha visto una reducción drástica de la atención en salud mental en cualquiera de sus modalidades (publico, privado, individual, grupal, presencial, etc), en algunas instituciones se llegó incluso a cancelar las consultas, priorizándose únicamente las urgencias y emergencias... médicas y por tanto a la salud física. Pero ¿Que pasa con las urgencias subjetivas en esta época de crisis? Urgencias que también afectan a los médicos, enfermeros, personal de salud en general que trabajan en situación de riesgo y desbordados por la demanda.

Acaso alguien que está angustiado o deprimido ¿puede quedarse encerrado en su casa sin recibir ninguna contención psicológica? Por supuesto que alguna solución hay que dar.

Y sobre todo ¿como atender estas urgencias, cuando no está disponible el dispositivo clásico en el consultorio? Es muy difícil, y en algunos casos es imposible. Por ejemplo en pacientes que no tengan el recurso a la palabra, donde la presencia del cuerpo del analista-objeto los tranquiliza, como es el caso de muchos niños en vías de subjetivación.

Los psicoanalistas lidiamos a diario con lo real imposible de asimilar, o de decir y por lo tanto no retrocederemos nunca frente a ninguna crisis. Buscando en estas situaciones bordear ese abismo, generando algún recorte, algún marco que pacifique, que alivie la angustia.

En estos momentos nos vemos obligados a dar respuestas ultra rapidas, atendiendo las contingencias medicas, económicas y sociales. Esto implica (para muchos) explorar nuevos escenarios, sin la presencia del cuerpo del analista, a través de la atención online, vía skype, video llamada o incluso telefónica. No ya como recurso circunstancial, puntual, sino que por un tiempo indefinido, que se presume no será mucho, probablemente varias semanas.

Espero que lo que se aprenda en esta crisis que no es solo medica, epidemiológica o económica sino también social y subjetiva, sirva para mejorar lo que se tiene y generar nuevos recursos para futuras crisis, dándole el lugar que se merece a la escucha del sufrimiento subjetivo en los planes de salud, asegurándose la asistencia psicológica. Esta más que comprobado que aun en las peores circunstancias de privación extrema, poder expresar algo es fundamental, y mucho mejor a un analista decidido a soportar lo peor del sufrimiento humano, haciendo de barrera, acotando el sin sentido del goce mortífero.

Es momento de tender manos aunque sean virtuales, manos que sostengan... una escucha analítica. Esta por verse que nuevas formas de relación a lo real puedan surgir de todo esto.

Javier Grotiuz Scarella


jueves

La construcción del caso clínico en psicoanálisis


El caso no es el paciente


Antes de hablar sobre lo que es la construcción del caso y lo que es un caso en psicoanálisis, diré lo que para mi no es.

El caso no es el paciente, el caso no es la estructura del paciente, el caso no es el sujeto.

El caso es una construcción que intenta recortar algo de la experiencia analítica y trasmitirla. ¿Para que? ¿Por que?

Se puede construir un caso por diversos motivos, clínicos, teóricos, o de investigación.

Dentro de los clínicos podrá ser para una supervisión, o para trasmitir algo (en jornadas, seminarios etc) con lo cual se relaciona con la teoría.

Freud fue quizas de los pocos, si no el único que realizaba las tres cosas casi simultáneamente. O sea, clínica, investigación y teoría. No es lo recomendable al menos hoy, y no tenemos la necesidad de hacer clínica y teoría al mismo tiempo. Podemos y debemos separar ambas instancias.

Dependiendo de que instancia sea la que prioricemos, la construcción del caso va a adquirir diferentes orientaciones, según la finalidad de la construcción del caso, seguramente haciendo hincapié en algunos elementos más que en otros.

Tenemos entonces una construcción teórica: la teoría psicoanalítica.

Tenemos también las construcciones del sujeto: síntomas (con sus dos caras de sentido y de goce), fantasma y sinthome.

Y tenemos la construcción del caso, que se extrae de la experiencia. Esta experiencia se refiere a una practica dentro de las coordenadas del discurso psicoanalítico y con un dispositivo donde la transferencia constituye un elemento fundamental.

La construcción del caso comienza con Freud en sus grandes historiales y el mismo se encargó con el tiempo de hacer una reduccion del material. (tengamos en cuenta que el estaba dando a conocer la teoría a través de los casos) Proceso de reducción que también realizó Lacan desde el caso Aime, tesis doctoral en adelante.

La construcción del caso requiere del buen uso de las citas, para dar cuenta de las interpretaciones del analista y sus efectos. Estas interpretaciones tienen que estar cerca del material, pero manteniendo un punto de exterioridad, para no girar sobre lo mismo de la estructura. A la hora de trasmitir esto, nos topamos con lo problemático del anudamiento entre simbólico y real de la experiencia psicoanalítica, es decir hacer un pasaje de lo real a lo simbólico. Siempre teniendo en claro que no se puede traducir lo real, a lo sumo se puede nombrar y para cada caso adquirirá un estatuto particular. Una via aproximativa es el síntoma del sujeto y otra es el fantasma, permitiendo dar sentido en su construcción, siendo en parte necesario en un comienzo.

Pero no hacemos una descripción de lo que pasa como mero observadores objetivos y neutrales.

Freud en psicología de las masas y análisis del yo dice que en la hipnosis el paciente se dispone a conformar recuerdos, síntomas y relatos (de sueños también) a lo que supone que el Otro situado en el lugar del ideal espera escuchar. A ese mecanismo le llamo sugestión. Esto pone bajo sospecha el material extraído. O sea que en el dispositivo ya está la presencia de un Otro, y esta es la clave de la transferencia que hay que tener en cuenta a la hora de leer el material que se extrae y analiza en la construcción del caso.

Puede resultar que al principio sea difícil establecer una prioridad a la hora de recoger los datos, no saber darle una jerarquía y como consecuencia traer dificultades de saber cuando intervenir. Puede haber una tensión entre el temor a influir en el paciente generando una inhibición y silencio (en el analista) o la construcción excesiva casi al modo de algunas interpretaciones Freudianas.

Puede haber muchas formas de construir un caso pero, en general podemos encontrar en los extremos por un lado quienes aportan el relato bruto de las sesiones recopilado a lo largo del tiempo como si por si solo fuese a surgir algo de todo eso y por el otro lado quienes dan la impresión de hacer un relato demasiado elaborado y consistente, cerrado por tanto a la posibilidad de pensar algo por fuera de esa lógica armada.

Entonces, ¿cual seria la funcion de armar un caso?

Es claro que necesitamos cierta orientación que nos guie en esta tarea.

En primer lugar, en la clínica Lacaniana la orientación es hacia lo real y por tanto la construcción del caso seguirá esa lógica.

Desde Freud queda claro que eso que se llama realidad no es algo objetivo, sino más bien una construcción. Partimos de la base que las psicosis, neurosis, perversiones y autismos son construcciones, son formas de nombrar pero no son lo real. Construcciones teóricas que dan cuenta de las modalidades de construcciones del sujeto frente a un real que resiste al saber, a lo simbólico.

Son respuestas frente a la inconsistencia e incompletud del Otro.

Entonces en psicoanálisis siempre hay un otro en juego con sus diferentes modalidades, lo cual lleva a la presencia del analista y a un elemento fundamental a incorporar en la construcción del caso: la transferencia. Como ya lo indicaba Freud. Y a pesar de verla como un obstáculo, lejos de pretender eliminarla la asume totalmente. E incluso que se genere la neurosis de transferencia es importante para que las cosas comiencen a caminar. Un caso debe necesariamente mostrar las maniobras del analista, sus intervenciones, sus interpretaciones y por supuesto sus efectos.

Por lo tanto, primera consideración, hay que desconfiar de una construcción que no contenga elementos de la transferencia en juego. Desde Freud hasta los testimonios de pase de los A E lo dejan ver muy claramente. Especialmente como la dimensión del síntoma va cambiando en función de la transferencia. Ya lo decia Freud en recordar repetir y reelaborar, que los síntomas cambian de significado bajo transferencia, o sea adquieren un nuevo sentido. Y esto es asi porque el síntoma también es una construcción, que tiene un pie en el Otro, ya que es hacia el analista que se dirige su queja. Y la presencia real del analista, puesta en acto, da lugar a introducir algo de lo nuevo, tan necesario para que se avance en el análisis.

Entonces en relación al síntoma lo más importante no es como venia apriori sino como se pueda dar cuenta de las diversas transformaciones a lo largo del análisis, constituyéndose en una referencia, y que es lo que queda como resto sintomatico al final del analisis.

Primero para separarlo de las quejas ordinarias de las dificultades de la vida, en su lado más imaginario, donde el paciente lo interpreta según la realidad ordinaria, segundo para irle pudiendo dar un sentido, en su dimensión simbólica, síntoma dirigido a un Otro y por ultimo profundizar sobre el lado más real, de sin sentido y de goce en juego.

Siguiendo esto, podríamos plantear dos tipos de construcciones:

- una que posibilite la destitución del sujeto supuesto saber de la transferencia, dejar que el real en juego emerja y con él la inconsistencia.

- otra que convierte al sujeto supuesto saber en una referencia ideal que tiene respuestas para todo.

Yo prefiero una construcción que mantenga la dimensión del saber como supuesto, que más que cerrar, de lugar a nuevas preguntas que enriquezcan el caso. Lacan dice en variantes de la cura tipo: "Lo que el analista debe saber, es ignorar lo que sabe".

¿Esto quiere decir que el analista no tiene idea de como manejarse en su función? Claro que no.

Tomemos como ejemplo las construcciones de caso que hacen los A E.

Estos no son extensos a pesar de ser el producto de muchos años de análisis. Contienen recuerdos limitados, donde destacan menos escenas aun, que tienen en general un carácter muy simple, pero cumplen un papel fundamental. En relación a estas escenas, hay un numero reducido de significantes que provienen de alguna modalidad de Otro (aunque claro está el sujeto los toma como propios) y que constituyen cierto eje articulatorio.

Se trata de palabras oídas o de lo visto, a lo que Freud le llamo escenas primarias.
Estas construcciones nos guían en los elementos a tener en cuenta.

Apuntan a la reducción, a lo mínimo indispensable. (por supuesto que no es fácil de realizar).

Muestran el esfuerzo del sujeto en su intento de articular algo, que solo puede tener sentido o sin sentido para él. Ademas que lo que trata de resolver con esa construcción, tiene un estatuto de real.

Hacen foco sobre los significantes del entorno, generalmente más familiar y que son condensadores de goce para ese sujeto. Esto es básicamente la estructura de las construcciones de caso de los A E.

Lo que aparece de lo edipico, o en relación a los padres, es que estos no aparecen como causa de un síntoma, lo cual le quitarla responsabilidad subjetiva, sino como anexo. Lo que queda de alguna manera como resto de los padres, son los significantes que el sujeto extrae. En este sentido no se hace hincapié en la historia del sujeto en tanto causa de sus síntomas, sino que hay que buscar la contradicción entre la determinación histórica y las causas, ya que la contingencia causal es un gran misterio. Por ej. De saber por ejemplo porque de dos hermanos que presencian la misma escena para uno eso pueda devenir algo sintomático y para el otro no. Insondables decisiones del ser decia Lacan.

En todas estas escenas aparece más fácilmente algo del deseo del Otro, de su saber, de sus ideales, de sus dificultades, quedando oculto el tipo de goce que obtiene el sujeto con todo eso.

En contrapartida aparece repetidamente las intervenciones del analista, interpretación mediante, para ayudar a lograr extraer alguna pieza clave, que el analizante tenia como más oculta o más difícil para recortar.

Si algo sabemos de esto es que de la historia familiar, el sujeto teje su novela familiar y con eso construye una ficción fundamental. Y asi la tomamos, como su verdad, de ficción.

De las teorías del paciente pasemos al papel de la teoría en la construcción del caso. ¿Se arma el caso para demostrar la teoría? No. Esto obturaría la dimensión singular del caso, que nunca hay que perder de vista. El caso no se construye para completar la teoría.

En todo caso la teoría es un medio que nos permite acercarnos y hacer surgir lo singular de cada sujeto, y esto siempre excede a las estructuras. O sea no hay un caso que nombre ni recorte, ninguna estructura clínica, sino en todo caso que lo ubicamos ahí dentro. Hay algo de la invención del sujeto que es muy propia e independiente del tipo de estructura clínica en que lo ubiquemos. Es necesaria una buena formación y experiencia para lograr esto.

El desafío es poder describir el caso, tomando en cuenta los síntomas y sus avatares, sabiendo que no son la estructura, o sea que en todo caso son su forma particular de ser obsesivos, histéricos etc. Esto es la invención del sujeto.

Desde Freud y sus grandes historiales se puede ver como cuando habla del Hombre de los lobos, de las ratas, de Dora, Juanito, hay un más alla de lo que podría ser ese caso como simple exponente de una estructura clínica. Recorta siempre lo singular, y la construcción propia del sujeto en relación a sus síntomas y fantasma.

Queda claro que una buena construcción, seria un relato basado en la teoría, pero que no es totalmente cubierto por ella, ni por el sentido. Nos encontramos ante los limites de lo real. Y más alla de que se pueda interpretar el síntoma, siempre cuando aparece lo más pulsional sintomático, la forma singular de modo de goce del sujeto, va a dar cuenta de lo más real en juego.

En este sentido, tenemos que convivir con un saber que deje lugar a la inconsistencia, del propio analista, de las construcciones del paciente y de la propia construcción del caso.

Siempre hay que tener en cuenta, más alla de la construcción del caso, que en la clínica psicoanalítica, la verdadera construcción es la del propio paciente y en la comunidad analítica es importante frente a la presentación de un caso, ver si se ha podido seleccionar lo esencial de ese caso tomando en cuenta lo antedicho.


Bibliografia de referencia
Berenguer, E. ¿Como se construye un caso? Ned Ediciones, 2018.
Freud, S. Construcciones en analisis.
Laurent, E. El caso del malestar a la mentira. Revista Lacaniana N° 4.
Miller J. A. Introduccion al metodo psicoanalitico. Paidos,1997.
Sinatra. E. De una cuestion preliminar a la construccion del caso: el empleo de las citas. Revista Virtualia, N° 22.



Del autismo como síntoma de la época, al síntoma autista.

Estamos en la era de las neurociencias, imperando el rechazo a la subjetividad, y, por lo tanto, la posición de cada sujeto en torno a sus s...